POEMAS DE NUESTRO QUERIDO MARCOSANA
Al parecer, la voz poética de Marcos Ana nació en 1954, durante los nueve meses que Fernando Macarro Castillo pasó incomunicado en una celda de castigo del penal de Burgos:
Muros hirsutos. Ásperas cortezas
donde el hombre se duele cada día.
Apretada oquedad de llaga y fosa.
Socavón de Castilla. Lento espanto.
Catedral invertida hacia la tumba,
bajo una piel de piedra cancerosa.
Hay un árbol, aquí, pleno, enterrado,
de corazones vivos, que semejan
tréboles rojos en la luz borrosa:
muchas hojas, sin sangre, van cayendo;
mas su raíz fosfórica florece
una bandera abierta en cada losa.
Y en esta pena oscura donde habita
mi corazón en sombras, ya tan sólo
la luz de esa bandera es asombrosa.
La poesía de Marcos Ana no era precisamente “celestial”, sino una poesía de grito y denuncia, poemas arrancados del alma, versos no sólo de pena y dolor, de angustia y sufrimiento, sino también y ante todo de ansia de luz y vida, de paz y libertad, de lucha y esperanza:
Yo no pido clemencia. Yo denuncio
al dictador cadáver que gobierna
la vida de los hombres con un hacha
y ahora quiere dejar para escarmiento
mi cabeza cortada en una pica.
Yo no pido clemencia.
Doy banderas.
Pase de mano en mano el golpeado
corazón de mi pueblo prisionero.
Versos escritos, en el silencio y la soledad de la cárcel burgalesa, con clandestina nocturnidad y alevosía, porque:
La noche es mi refugio. Siempre os hablo
cuando duermen los ojos y las llaves.
(...)
En el silencio escribo.
Al silencio le arranco sus hojas más vibrantes,
campanas que me aturden bajo el grito
de “alertas” implacables.
(…)
Escribos sin descanso
palabras verticales.
Prendo mi voz como un fuego en el monte,
y oigo sonar la sangre
del mundo
en mis umbrales.
Después, cuando amanezcan
los ojos y las llaves,
me guardaré la voz en un zapato
y aromarán las losas mi mensaje:
¡Pueblos del mundo, amigos!
¡Corazones cercanos o distantes,
llegad a mí,
poblad mis soledades!
Éste es el contexto de aquella “Universidad de Burgos”(Hace referencia al Penal de Burgos)en el que fueron surgiendo los versos también nocturnos de Marcos Ana, cuya poética parece expresar en un soneto titulado “Norma”:
Quiero que mis poemas tengan hueso
y estructura de piedras palpitantes;
verlos siempre de pie (torres errantes
de la vida y el hombre), por su peso.
Capaces de ser bala y de ser beso,
cantos de paz o puños resonantes;
azules como el rayo o verdeantes
como olivo maduro... Que su espeso
son a metal, colmena o bosque herido,
suba desde mi sangre, tensamente,
a otro labio desierto y perseguido.
¡Versos con alma y versos con simiente,
con atléticos hombros y un erguido
pueblo de corazones por su frente!
Pero, naturalmente, en las distintas ediciones entre 1959 y 1963 de su libro Te llamo desde un muro, varios poemas se refieren a la necesidad de luchar colectivamente por la amnistía, de conquistar la llave maestra que abra las rejas de las cárceles y proporcione la libertad a los presos políticos:
Aún es de sueño la llave,
y sólo aroma la puerta.
¡Amigos, buscad acero;
forjad la llave maestra
con la voz del pueblo entero!
La llave de la amnistía,
para el corazón del hombre
prisionero en la agonía.
Aún es de viento la llave,
y sólo silba en la puerta.
¡Amigos, buscad acero;
forjad la llave maestra
con la voz del pueblo entero!
La llave de la amnistía,
para el alma que florece
llanto en el revés del día.
Aún es de llanto la llave,
y se derrama en la puerta.
¡Amigos, buscad acero;
forjad la llave maestra
con la voz del pueblo entero!
La llave de la amnistía,
que de par en par nos abra
La lucha popular, los hernandianos Vientos del pueblo, constituyen la esperanza de que los presos políticos de la dictadura franquista alcancen la libertad:
¡Qué duro es morir clavados
en un muro de agonía;
(...)
¡Que salga el preso, que beba
la luz y el aire su herida;
(...)
que al salir lea en las torres
la palabra siempre viva
de su libertad grabada,
y en los árboles escrita;
que los montes, que los ríos,
que toda esta geografía
de tierra indomable sea
una pancarta extendida,
una sola voz gritando
sobre la mar: amnistía!
¡Las puertas de par en par!
¡Los presos fuera: a la vida!
¡Que les devuelvan sus alas
que las sombras asesinan!
¡Basta de cadenas, basta!
¡Que España entera lo diga!
¡Contra los muros, los “vientos
del pueblo” por la amnistía!
Y en defensa de esa lucha popular escribe una “Proclama de Abril” en donde la primavera y la memoria de la Segunda República se vinculan simbólicamente para alimentar, contra la Dictadura del Hielo, el fuego de la cálida esperanza:
En abril; cuando las flores;
al sonar la primavera;
cuando amor pinta en los ojos
sus divinas acuarelas;
cuando en la sangre las ramas
de la juventud se elevan.
¡En la primavera, amigos!
¡Es un símbolo la fecha!
Cuando todo hierve y vive,
España alzará sus fuerzas.
La Dictadura del Hielo
temblará en su gusanera,
cercada por los clarines
de cien mil rosas abiertas.
Que en abril cada palabra
hasta las piedras conmueva:
la Universidad y el campo,
la fábrica y las iglesias,
los niños y las mujeres,
la oración y la herramienta,
cada mano y cada verso
levanten la primera letra
del amor y la amnistía
contra cerrojos y puertas.
El protagonismo del Partido Comunista de España en la lucha política contra la dictadura franquista es un hecho objetivo que no puede ponerse en duda. Y, en este sentido, Marcos Ana es autor de un soneto titulado “A España en su jornada por la amnistía”:
Como un mar imponente en oleadas
suben hasta mi herida fosa oscura,
el clamor de la gente, esa hermosura
de luminosas lenguas desatadas.
Mi voz quiere ir contigo, España. Es dura
esta mudez impuesta por espadas.
Duras son las palabras sepultadas
bajo el silencio alzado en dictadura.
Mira mis manos: crujen contra el muro,
en busca de una luz, una ventana,
llagas de sombra y de dolor oscuro.
Y oye a mi corazón –roja campana-
sonar contra las piedras, ya maduro
de esperar en la pena tu mañana.
Y esta reivindicación de la amnistía genera en otro poema, titulado escuetamente “Amnistía”, un clamor cósmico, puesto que, en el contexto de la guerra fría, hasta tres “sputniks” la escriben en el cielo:
Los pájaros van grabando
por el aire esta palabra;
las olas, sobre la mar;
las aldeas en la espalda
blanca y húmeda del río;
el pastor en la montaña.
Los niños tallan sus letras
con sus pequeñas navajas,
en la corteza del pan,
en los árboles y tapias.
Hay mujeres que, en sus labios,
con triste amor la desgranan;
otras, que clavan su grito
como una bandera blanca.
Los estudiantes la esparcen
con aromas de pizarra;
en las ciudades asciende
con el humo de las fábricas;
el viento la va dejando
por la ventana y plazas,
en las veletas y torres,
prendida en las cruces altas...
Tres “sputniks” por el cielo
recogen firmas doradas
de las estrellas, y escriben
en español la palabra.
En el archivo del Comité Central del Partido Comunista de España en Madrid se conservan algunos poemas inéditos de Marcos Ana que tienen a la amnistía como tema principal. El primero se titula “Pasquines de la amnistía”:
¡Que hasta las piedras lo pidan!
Que las paredes llamándolo
amanezcan cada día.
No haya voz que no lo grite
ni mano que no lo escriba.
Que hasta el niño en sus cometas
lo pinte en rojo: ¡Amnistía!
(...)
¡Amnistía para el preso!
¡Que hasta las piedras lo pidan!
El segundo se titula “¡Basta ya! ¡Amnistía!” y se inicia con la imagen de la España de la
dictadura franquista como una inmensa cárcel:
España es una inmensa prisión
sembrada de penales y prisiones;
España es cual un solo corazón
que une en su latir a muchos corazones;
y esta unión resuelta y abnegada
es el arma potente y triunfadora
que impondrá la AMNISTÍA deseada
con su lucha viril y arrolladora.
¡Basta ya! Ha llegado el día
de que nuestra voz recorra el mundo
reclamando con ardor profundo
para nuestros presos la AMNISTÍA.
Un clamor en defensa de la amnistía que se vincula a la política de reconciliación nacional aprobada por el Partido Comunista de España:
Triste es luchar en una misma casa,
romper la mesa donde el pan se come,
vivir entre paredes, enfrentados
tercamente en el mismo territorio.
(...)
Ni un paso más, hermano:
que no pueda el ayer o sus cenizas
sus odios oponer a nuestro ENCUENTRO.
Porque ni tú ni yo apagamos la lumbre,
ni robamos el pan,
ni dejamos sin techo y sin puertas nuestra Patria.
El 5 de mayo de 1958 el Comité Central del PCE convocó la Jornada de la Reconciliación Nacional, una política de reconciliación nacional que el poeta comunista Marcos Ana expresa en algunos versos de un poema inédito, sin título:
¡Amnistía!... ¡Amnistía!... ¡Amnistía!...
es el clamor que corre
por la ancha geografía.
¿Quién negará sus vías españolas
al viento que se esparce
por la ancha paramera de Castilla?
¡Amnistía!... ¡Amnistía!...
Desde Burgos al Dueso
y San Miguel de los Reyes,
por Alcalá de Henares...
el eco se pregona,
llega a Madrid y vuela
de un salto, a Barcelona....
¡Amnistía!... ¡Amnistía!...
Las prisiones de España
alzando están sus muros
al sol de la esperanza.
¿Quién podrá, sordo o ciego,
desoír la palabra
que nos llama a ser hombres
sin rencor y sin garras?
¡Amnistía!... ¡Amnistía!...
Hay que quebrar los hierros
y romper las cadenas.
Hay que horadar los muros
y quebrantar las piedras.
Hay que sacar los Hombres
al aire y a la vida...
¡Amnistía!... ¡Amnistía!... ¡Amnistía!...
El PCE vinculaba la lucha por la amnistía a la política de reconciliación nacional. Y, en este sentido, Marcos Ana, con la autoridad moral que le confería su larga y dura prisión, constituía la voz poética más cualificada para condenar el odio, el deseo de venganza o de revancha de los republicanos vencidos, tal y como expresa otro escritor de nuestro exilio republicano y también militante comunista, José Herrera Petere, en un poema dedicado “A Marcos Ana”:
¡Oh sabio, generoso Marcos Ana!
Tomaste de través
las luces turbias
que en tu prisión entraban.
Y las transformaste
en plenos soles
estallante esplendor
calor humano
de nueva vida.
Sufriendo y sin rencor,
tú,
Marcos Ana,
tú,
durante 23 años,
construyendo
la nuestra nueva
deseada
Patria.
En aquel régimen de nacional-catolicismo la Iglesia católica gozaba de protagonismo y privilegios y por ello el antiguo creyente escribe un poema dirigido “A los católicos” impregnado de acentos autobiográficos, en el que apela a sus conciencias:
Mi madre era una santa,
un puñado de carne consumida,
arrebujada y sola en el silencio.
Que murió de rodillas –me contaron-,
crucificada sobre un leño de llanto,
con mi nombre de hijo entre sus labios,
pidiendo a Dios el fin de mis cadenas.
(Hoy hay madres que rezan todavía
-miles de corazones prosternados-
por sus hijos heridos en las sombras
y otras mujeres luchan, golpean
en las puertas de la tierra,
exigen a los hombres la muerte de los muros).
Escúchame, quien quiera que tú seas,
si es que el amor a Dios el alma te ilumina,
no puedes de este mundo así marcharte,
emprender la gran senda con las manos vacías,
llegar ante las puertas de Dios, que tu fe sueña
existen bajo el arco del eterno cobijo,
para decir: “Señor, no traigo nada,
dame un puesto al amor de tu lumbre divina:
Porque el Señor, tu Dios, contestaría:
Vete, rompe tus pies en los bermejos hielos infinitos,
apóyate en la vara nudosa de tus odios,
serás un caminante para siempre si no hallas
la palma del amor que no quisiste
tomar del árbol que plantó mi sangre.
Que puedo decir..no hay nada más que añadir, la preciosa poesía de Marcos lo expresa y lo dice todo. ¡Salud, Memoria y Libertad!